Colaboraciones

AMATI: The Andean Secret
En el 2020, en medio de la revolución de la pandemia, AMATI foods me invitó a crear un plato saludable para reconectar con nuestra herencia andina. Con este objetivo nacen los Risottos Andinos de quinua, mote, morocho y hongos andinos. Una receta que salió de nuestro restaurante a conquistar el mundo, y gracias a AMATI hoy está disponible para llegar a sus hogares.
Mediante este producto se ha podido revitalizar el consumo de granos ancestrales andinos en las nuevas y viejas generaciones, insertar productos ecuatorianos en un mercado internacional que valora los alimentos limpios y sostenibles, proveerle un toque gourmet a los productos nativos para impulsar el cultivo de estas especies.
Ver más en: www.amatifoods.com

La granja de ostras
Cuando abrimos NUUM con mi socio José Sogues a finales de 2018 y luego se unió Luis Jiménez, nuestro objetivo fue claro: llevar el producto ecuatoriano al máximo nivel culinario que nuestro conocimiento nos podía permitir en ese momento y fomentar una evolución en los estándares y exigencias del ecuatoriano al momento de comer. Una de las muchas cosas en las que José y yo coincidíamos era el apego a los productos del mar, y dentro de este apego, José insistía en la necesidad de tener ostras frescas en las opciones que ofrecíamos a nuestros clientes. No hay mejor manera de conocer el mar de una región que a través del sabor de sus ostras, y sabíamos que el mar ecuatoriano tenía mucho por contar.
Comenzó la búsqueda y probamos muchas opciones. Empezamos con ostras salvajes que una comunidad del norte de Esmeralda cosechaba, arriesgando la vida al tener que recolectarlas con cincel y martillo, pero la falta de uniformidad, regularidad en la entrega y seguridad sanitaria no cumplían con nuestras necesidades. No nos rendimos y, a mediados de 2019, encontramos un criadero de ostras en Anconcito, Santa Elena; la Asociación Acuícola “Los Pioneros”, liderada por el señor Abigail Loor, fue prácticamente el último socio de la asociación que mantuvo la fe en este trabajo tan sacrificado. Este proyecto nació un día con el apoyo del gobierno de Taiwán, que incentivó y respaldó el desarrollo de esta oportunidad para aprovechar la riqueza de nuestro mar.
Abigail era el último en creer que era posible, ya que el trabajo quedó a medias. La producción de ostras era una realidad, pero no se trabajó en el mercado que debía consumirlas, poniendo en riesgo la existencia misma de este cultivo. La calidad de las ostras era increíble y comenzamos a generar confianza entre nuestros clientes hacia este producto. Pasamos de consumir 100 ostras a la semana a 1000 dentro de los primeros 3 meses. Habíamos creado una nueva necesidad en el mercado, y las ostras de Abigail fueron las responsables.
Tan pronto como nos fue posible, financiamos la mejora del cultivo. Hoy en día, la asociación produce ostras exclusivamente para NUUM y todos nuestros proyectos gastronómicos. Consideramos nuestro cultivo de ostras sostenible debido a su pequeño impacto ambiental y su importante impacto económico en las familias de esa población de pescadores.

Pesca sostenible
Partiendo del principio de que todo lo que hacemos en este mundo tiene un impacto ambiental, el aprovechamiento máximo de las materias primas, tanto animales como vegetales, es algo no negociable que mis proyectos gastronómicos tienen en su ADN. En el ámbito de la pesca, surgió la necesidad de ser más sostenible cuando comencé a trabajar en un pueblo costero pequeño. Era muy emocionante y nuevo para mí ir al mercado de pescadores artesanales y ver la cantidad de especies capturadas. Sin embargo, me di cuenta de que pocas especies tenían una buena cotización y se vendían rápidamente, mientras que muchas otras permanecían durante mucho tiempo en la feria bajo el sol, volviéndose prácticamente inutilizables al final del día, excepto para la producción de harina de pescado.
Mi curiosidad me llevó rápidamente a probar muchas de esas especies poco conocidas en mi cocina, con la sorpresa de descubrir una gran calidad y potencial gastronómico. Esta situación del mercado de pesca artesanal tuvo un impacto tan significativo en mí que decidí mudarme a este pueblo de pescadores y graduarme con una tesis centrada en mitigar, al menos desde mi perspectiva, esta problemática. Así nació una pequeña guía de uso alternativo de especies, enfocada en darle valor a todas esas especies que quedaban sin compradores en la playa. La guía fue pequeña, pero la investigación fue extensa, y marcó tanto mi forma de ver la cocina y su impacto ambiental que desde entonces (2010 a 2012) decidí que era muy importante no tener una carta que desde el momento de su impresión contribuyera a la sobreexplotación de especies específicas, que es de donde deriva el problema mencionado en el mercado, sino manejarla de acuerdo a las capturas disponibles cada día, de manera que, incluso si hay un impacto ambiental, la pesca en cualquier escala esté sirviendo un fin digno que es la alimentación humana.
Después de enfocar este gran concepto para mí mismo, me centré en maximizar el aprovechamiento en mi cocina, buscando formas de utilizar casi el 100% de cada captura. También comencé a investigar los procesos de pesca y las cadenas de frío, y cómo afectan a la calidad final y a la vida útil del pescado. Con el tiempo, con la apertura de NUUM y la contribución de mi socio José con sus conocimientos, cristalizamos un proceso de comercio justo con pescadores artesanales que pescan bajo estándares de calidad que garantizan que tengamos el mejor producto en nuestros restaurantes a 8 horas de la playa. Esto incluyó capacitaciones para los pescadores, el pago de un precio justo por sus capturas, el diseño de una cadena de frío y transporte adecuados, capacitación para el personal de cocina y mucha investigación para honrar al máximo cada captura y ofrecer en cada plato una historia de cuidado y responsabilidad con el planeta.

El huerto
Al llegar a Tagualó entendí por qué cada día van desapareciendo los huertos y los cultivos, pues encontré que hay un desprestigio hacia el oficio del agricultor, que transita de las viejas a las nuevas generaciones. Con esta problemática en mente, nace el huerto de Tagualó
Abrimos en 2017 y servíamos pan focaccia de larga fermentación, rellenábamos con lo que hubiere disponible en el huerto, de esta manera siempre que vinieras recibirías un pan distinto, un pan con identidad y carácter de Tagualó. Luego se unió un pan integral, y con él la curiosidad de por qué no tener nuestra propia harina como lo hacían nuestros abuelos, e inmediatamente comenzamos a hacer nuestra primera prueba de cultivo de trigo.
Acudimos a los vecinos más antiguos para preguntar por el proceso de siembra, y ahí supimos que se siembra en luna tierna o en época oscura. Ahí entendimos por qué las casas antiguas tenían un soberado (silo para almacenar granos secos, ubicado sobre los tumbados de las casas), puesto que todo el proceso dura seis meses y mientras llega la siguiente cosecha, hay que saber almacenar las cantidades necesarias para garantizar la alimentación de la familia (en el caso de los abuelos), o la producción necesaria de pan para nuestros clientes (en nuestro caso).
Nuestra primera siembra fue de prueba, sembramos tres libras y cosechamos algo más de un quintal de trigo, hicimos las primeras pruebas y la diferencia de calidad fue notable. Trillamos el trigo manualmente y lo molimos a mano. Allí probó la familia, mis clientes más fieles y algunos cocineros de la capital.

Queremos seguir apostando a desarrollar más proyectos que contribuyan al bienestar de las comunidades y productores con los que trabajamos.
Recibimos donaciones para seguir desarrollando proyectos en los distintos campos: Académico, Artístico/Cultural y Gastronómico. Buscamos reconocer, preservar y dar a conocer nuestra diversidad, ofreciendo oportunidades a los distintos artesanos, productores y personajes locales.
Contáctanos a través del correo contacto@juanalulema.org si quieres saber más detalles sobre cómo puedes colaborar.
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